
El mundo es más seguro que hace décadas, España lo es, Madrid lo es, Malasaña lo es. Empíricamente más seguro. Pero corren malos tiempos para el empirismo, según prueba el trato académico que recibe Hume. Su lugar hoy lo ocupan Foucault y otros desdichados zahoríes del sufrimiento estructural que pusieron los cimientos de la cultura woke o victimismo identitario. Se trataba de ampliar el campo de batalla del sujeto revolucionario tras el fracaso de la lucha de clases. Lo personal sería político. Pequeños apocalipsis subjetivos confundidos con el gran apocalipsis colectivo. El individuo reducido a sinécdoque, su parte sexual o racial tomada por el todo. Fraccionar al hombre simplifica la tarea de manipularlo como siempre han hecho las sectas: alarmando a un infeliz con el advenimiento del fin del mundo, del fascismo, del globalismo. Convertíos, entregad la autonomía de la razón y creed en el evangelio del partido. Porque vienen a por nosotros.