
A don Mariano le gustaba repetir una cita de Ortega del epílogo de La rebelión de las masas que los políticos deberían llevar tatuada en un muslo: «Toda realidad ignorada prepara su venganza». También Rajoy ignoró realidades que se vengaron de él, pero su alergia natal al postureo le procuró una carrera larga y siete años en Moncloa. Que la carrera de su sucesor no sería tan longeva lo empezamos a sospechar el día en que lo vimos calarse en el avión las gafas de puto amo, como decía Gistau, y la cuenta oficial de La Moncloa distribuyó un delirante retablo de sus manos nervudas -«expresión de determinación presidencial»- que a Jacques-Louis David le habría causado rubor atribuir a Bonaparte.