
Se apagaron los focos unos segundos antes de encenderse, y todos nos preguntamos en qué estaría pensando don Ángel Gabilondo bajo la penumbra metafísica del plató de Telemadrid. «Me opongo o no me opongo: he ahí la cuestión». Las luces se encendieron y seguía despierto: no cabe pedirle más.
Dominaba el rojo autonómico madrileño en los aliños indumentarios de Isabel Díaz Ayuso, Mónica García y María Rey, que faenó con suave capote y dio la palabra en el arranque a Pablo Iglesias, a quien le toca trabajar un día al año: el día del debate electoral. Según Rocío Monasterio, Iglesias facturó 30 muertos por cada capítulo visionado de Netflix. Pero Pablo, a quien se le dan bastante mejor los platós que las residencias, no iba a perder el tiempo confrontando con Vox sino con Ayuso. Caza mayor, moño alto y dos pendientes en donde se columpiaban al unísono la pereza y la impostura.