
El domingo andaba huroneando entre los vinilos del Rastro cuando una pareja de chavales se puso a rebuscar a mi lado. Rondarían la mayoría de edad, abalorios morados ella, estética tangana él, chicos de barrio pero a la moda. A juzgar por las fotos históricas en las que detenían los dedos, compartían afición por el Madrid resistente del general Miaja, viejos iconos como el «No pasarán» junto al arco de Cuchilleros entre otras estampas entrañables. «Así que la llamada a la lucha antifascista de Pablo Iglesias está calando entre la muchachada», me dije. Pero mi fantasía si alguna vez la concebí de emular a Hemingway en el frente de mayo se esfumó cruelmente cuando aquel par de tiernos milicianos posmo terminó decantándose por Billie Eilish y por el tópico arranque de la Gran Vía iluminada desde el edificio Metrópolis.