Archivo mensual: noviembre 2020

El fin y los medos

Los medos eran un pueblo bárbaro que vivía en la anarquía más completa. Cada cual luchaba por la estricta satisfacción de sus intereses, alimentando la guerra perpetua de todos contra todos. El estado de naturaleza tenía sus ventajas, por ejemplo una ausencia total de politólogos, pero también sus inconvenientes: cuando alguien se sentía víctima de una injusticia, no podía aspirar a que ningún árbitro reconociera su condición de perjudicado ni obligara a su reparación. Se limitaba a aguardar el momento de la venganza, si los dioses se la concedían.

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10 noviembre, 2020 · 10:16

La revolución inmóvil

La perfección irritante de Obama creó a Trump, porque la gente normal contrae rencor contra todo ideal impuesto y no propuesto. Y la imperfección irritante de Trump ha devuelto el obamismo a los americanos en la figura de Biden. Ambos movimientos de flujo y reflujo operan sobre el mismo elemento bilioso: la irritación, que es el líquido vital de nuestro tiempo. Los políticos populistas la atizan para llegar al poder, la siguen atizando para mantenerse en él y no dejan de atizarla desesperadamente hasta que cae el telón.

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9 noviembre, 2020 · 21:09

Es duro tener 20 años

Es duro tener 20 años en 2020, reconoció Macron paternalmente el día que anunció otro confinamiento. Piadoso, no añadió que hay edades peores para vivir bajo el imperio funeral de la covid. Si la ola de primavera nos redescubrió la vulnerabilidad esencial de la vejez, cuando el ángel exterminador se demoró en las residencias, la ola de otoño nos ofrece el insolente espectáculo de la salud juvenil. Tanta salud en un mundo enfermo genera frustración. Y a los 20 años no todos saben aliviarse con poses de filtro o acordes becquerianos a la guitarra.

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5 noviembre, 2020 · 8:19

Sánchez se escribe

Querido diario. Incluso después de otra victoria parlamentaria me gustas más tú que el diario de sesiones. ¿A quién le importan aún las palabras que se digan en el Congreso? En ese lugar decadente yo solo veo tipos que anhelan mi puesto y no pueden tenerlo. Cuánta vanidad. Discursos, aplausos, redes sociales: bah. Al final solo cuenta el número de lucecitas verdes. Me llaman cínico, pero te juro que yo me veo como el único honesto. El único que no disimula que solo importa el poder, no la política. Mira que he combatido a Franco, pero tenía razón: cuanto menos me meta en política, mejor.

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2 noviembre, 2020 · 20:04