
La perfección irritante de Obama creó a Trump, porque la gente normal contrae rencor contra todo ideal impuesto y no propuesto. Y la imperfección irritante de Trump ha devuelto el obamismo a los americanos en la figura de Biden. Ambos movimientos de flujo y reflujo operan sobre el mismo elemento bilioso: la irritación, que es el líquido vital de nuestro tiempo. Los políticos populistas la atizan para llegar al poder, la siguen atizando para mantenerse en él y no dejan de atizarla desesperadamente hasta que cae el telón.