Archivo diario: 5 febrero, 2018

Entrevista a Federico Jiménez Losantos: «Dejé de ser marxista por ser español»

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Federico.

No hay necesidad alguna de presentar al comunicador más influyente de la derecha española en las últimas tres décadas. Pero sí la hay de leer ‘Memoria del comunismo. De Lenin a Podemos’ (La Esfera de los Libros), porque librará a muchos incautos de perder el tiempo y la moral por culpa del vigente influjo de la ideología más criminal de la historia. Losantos la profesó, salió con vida y aquí explica cómo lo hizo.

Presentas el comunismo como una «teología de la sustitución». Aron y Steiner afirman que más que una ideología, es una religión política. ¿Sin catolicismo no hay comunismo?

En mi generación sin duda. El catolicismo popular español tiene unos ingredientes -igualitarismo, ayudar al débil, obras de misericordia…- que entre nosotros estaban profundamente arraigadas. El protestante se salva por la fe; el católico, por la fe y por las obras. El católico, cuando deja de creer en Dios, tiene que seguir creyendo en hacer el bien. Russell decía que el comunismo se parece más al islam porque es una religión despótica, que te organiza la vida, mientras que el catolicismo, al creer en el libre albedrío, te deja libertad para hacer el bien o no. Si la salvación no llega en el más allá de la religión, tiene que venir en el más acá de la política, que en el comunismo se vive como una forma de redención: propia y de los demás.

Eres de los pocos que se ha leído entero ‘El capital’. Dedicaste años a la formación teórica: Engels, Althusser, Derrida, Foucault… ¿Cómo recuperas el castellano limpio en el que hoy escribes tras semejante exposición a la jerga marxiana?

Mi tesis doctoral sobre las acotaciones en los esperpentos de Valle-Inclán la hice a base de Kristeva, Barthes y los formalistas rusos, porque entonces la filología seguía la senda de la semiología, que era una mezcla de marxismo y psicoanálisis. En esa época escribía muy mal, por eso no he publicado nunca mi tesis. Esa jerga universitaria debería ser delictiva. Uno necesita aprender a escribir claro, no para presumir de que escribes sino para que alguien te lea, y eso es lo más difícil. Tienes que ir a los clásicos españoles, que es donde se aprende realmente a escribir.

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2 comentarios

5 febrero, 2018 · 11:28

Lacitos de fuerza

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Paciente que se cree Napoleón.

Si la mudanza a Waterloo se frustra no será porque Puigdemont haya dejado de creerse Napoleón, sino porque se ha convencido de que Napoleón no le llega a la suela de los zapatos. Quizá lleve razón. De Bonaparte sabíamos que era un loco que se creía Napoleón, y llevó su locura tan lejos que se adueñó de un continente. Para que el hombre llegue a la luna antes tiene que especular durante siglos con la idea de que llegar a la luna es posible. ¿Qué falló entonces en el plan de Puigdemont, el patriota que soñó una república europea y se despertó con Cataluña convertida en un distrito de Madrid?

El problema de Puigdemont no es de falta de imaginación. A su lado, J. K. Rowling resulta tan previsible como Rafa Hernando. En el frondoso caletre del carlista errante está redactada ya no solo la Constitución de Cataluña, sino también sus diez primeras enmiendas. Y en pos de ese delirio ha lanzado a un millón de napoleones de rambla, de los cuales un número indeterminado está dispuesto a calzarse la careta del emperador y a trepar con ella a los árboles del Parque de la Ciudadela sin dejar de reclamar legitimidad. ¿Cómo se explica que semejante derroche de fantasía no haya cristalizado ya en uno, dos o incluso cuatro nuevos estados miembros de la Unión?

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El Bueno (Infanta Sofía), el feo (Comín) y el malo (Monedero) en La Linterna de COPE

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5 febrero, 2018 · 11:21