
Política útil.
Los últimos estudios sobre la solidaridad en los chimpancés están arrojando conclusiones esperanzadoras para los chimpancés, pero desoladoras para los humanos. Los investigadores del Instituto Max Planck han descubierto que los chimpancés son muy capaces de sacrificarse por el bien del grupo a expensas del interés propio. Así sucede cuando, al precio de un feo mordisco o algo peor, salen a patrullar las fronteras de su territorio para hostigar a clanes vecinos, recalificar áreas no urbanizables y apoderarse de las hembras del prójimo. Nada que no se cuente en la Ilíada, o sea.
Ahora bien, ellos no practican tales aficiones por las mismas razones que nosotros: por el puro gusto de hacer la guerra y, si se puede, el amor. Los chimpancés carecerán de epopeyas en hexámetro dactílico, pero puesto a elegir entre zamparse dos platos de comida él solo o redistribuirlos equitativamente con el compañero en ayunas, nuestro mono tiende a elegir la segunda opción. ¿Solidaridad genuina o instinto de supervivencia de la especie?, se preguntan los científicos. Como si los teólogos no hubieran resuelto hace siglos el falso dilema: la observación de la norma moral conduce al hombre a la felicidad no a costa de reducir la de sus hermanos, sino justamente a causa de extenderla. Las tablas mosaicas no serían por tanto la codificación de un Dios caprichoso, sino una decantación secular de pruebas espontáneas y errores sangrientos. Si los mandamientos parecen puestos a joder es solo porque convivir, efectivamente, a menudo resulta una jodienda.
El bueno (Toni Roldán), el feo (Bárcenas) y el feo (Sánchez) en La Linterna de COPE
Si se atiene al aspecto de los implicados, las arrugas sempiternas en la frente de sus hembras y el aspecto pasmado de sus machos no parecen demasiado tranquilizadores. Dígale «cretino» a algun de ellos y ya verá.