Retrato de un ‘indepe’

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Emoción política al desnudo.

Tomemos un independentista cualquiera. Lo han llamado Jordi porque así se llamaba su abuelo. En la misma cuna recibe Jordi el crisma de una identidad, la catalana, que dura ya un milenio, en el transcurso del cual asombró al mundo con la mística abulense, la redacción del Quijote, el descubrimiento de América o la defensa fallida de Barcelona. Ese cuerpo místico que es la catalanidad, de la cual Jordi no es otra cosa que un nuevo operario, se expresa a través de la lengua catalana, de la cual Jordi chapurreará alrededor de 50 palabras a partir de los dos años, según las últimas estadísticas. Es posible que en sus primeras parrafadas se le deslicen balbuceos de una lengua extranjera, hablada por pastores que no han visto el mar. Pero los pediatras autóctonos aseguran que no hay razón para alarmarse: la confusión a esas edades es natural. Ya se corregirá en los patios de la escuela, siempre que estén vigilados por verdaderos patriotas.

Pasado un tiempo Jordi aprenderá a leer y a escribir. Su uso de razón se desarrollará en la tierna oscuridad de las raíces, a imagen del tallo de un calçot, por más que los insidiosos afirmen que también se cultivan en Consuegra. Pronto estará Jordi capacitado para distinguir el bien del mal, el catalán del español, el Barça del Madrid, la emancipación pendiente del DNI vigente. Con las primeras fiebres de la adolescencia despertará al interés por las chicas y por la política, se enamorará, perderá toda virginidad ideológica y le romperán el corazón, pero Catalunya nunca le abandonará. La bandera íntima de las cuatro barras nunca le helará el corazón, que es el órgano donde Jordi tiene radicado el compromiso de país, liberando el cerebro para los negocios.

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El bueno (Rivera), la fea (Bescansa) y el malo (Mas) en La Linterna de COPE

1 comentario

3 febrero, 2017 · 11:14

Una respuesta a “Retrato de un ‘indepe’

  1. papageno

    En las memorias de Luis Escobar (escribo justamente a ver si alguien las reedita) cuenta éste como en el San Sebastián de la guerra civil algún nacionalista catalán ofreció sus buenos servicios para lo que se precisara. Y al final lo único que salió fueron bigudís, montones de bigudís. Creo que el psiquiatra Martín-Santos de la misma ciudad dijo que cuidado con esas cosas calientes que se ponen al pelo porque pueden producir meningitis ¿Se ha enterado todo el mundo o siguen desafiando la meningitis? Ay señor.

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