
Discrepancia de izquierdas.
Se acaba de descubrir que el canibalismo nos permitió sobrevivir en la Edad del Hielo. Pero los neandertales se comían entre ellos no por gusto, sino por inteligencia. El cerebro de un neandertal ya no era una broma: pesaba kilo y medio, y necesitaba consumir muchos ácidos grasos omega-3 para mantenerse operativo. Y para seguir evolucionando. El neandertal habría preferido una dieta de microalgas, peces y huevos, alimentos ricos en ácidos grasos; pero qué quieren ustedes, bajo inviernos de diez meses no sobrevive ni el musgo. Así que se pusieron a rodar ¡Viven! en versión paleorrealista. Y el plato más preciado era precisamente el cerebro, por concentrar la mayor proporción de nutrientes. Lo que se come se cría.
La izquierda española atraviesa su particular glaciación. No se me ocurre teoría más científica para justificar el canibalismo al que anda furiosamente entregada. Se sorben los cerebros en Podemos y en el PSOE como zombis ávidos, preocupados cada cual por su propia supervivencia. Lo peor es que con el seso no asimilan también las ideas del deglutido, sino sólo sus ácidos grasos. No es política: es gastronomía.