
«Como todos los jóvenes yo vine…»
Que la democracia iba en serio uno lo empieza a comprender más tarde; como todos los británicos yo vine a llevarme a Europa por delante. Lo recitan ahora los arrepentidos. Yo no quería salir de la Unión, lagrimean. Yo sólo quería castigar un poco a esos burócratas continentales. Farage me engañó, acusan. Si lo llego a saber voto Remain.
No podemos respetar estas reacciones. Farage no engañaba a nadie que no quisiera llevarse a engaño. Las ranas croan, las hienas himplan y los populistas mienten: se trata de un principio básico de zoopolítica, y un votante responsable de un país con libertad de expresión tiene a su alcance medios bastantes para decantar la verdad, so pena de animalizarse él mismo. Pero hay una irresponsabilidad peor que la de los demagogos que atizan la eurofobia a cambio de votos; peor que la de los mayores que atan a sus nietos a la nostalgia estéril de un mundo ido; peor que la de los jóvenes que optaron por marcharse el jueves de festival y ahora deploran el resultado. El irresponsable más enojoso es el arrepentido, porque a la frivolidad del uso arrojadizo del voto añade la cobardía del niñato que no asume el coste de sus decisiones.