Archivo diario: 14 junio, 2016

Y don Mariano llegó al fútbol

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«Ya me habéis jodido el Italia-Bélgica».

Aunque del debate dependía el reposo eterno de los huesos de Pericles, apetecía pasarse al Italia-Bélgica por aquello que exclamó Aleixandre una mañana nevada: «¡Qué gran día para escribir un poema al verano!». Porque la poesía, como la política española, es una invitación a la melancolía.

El debate presentaba una novedad clamorosa: se llama Mariano Rajoy, un político no demasiado joven pero con un prometedor recorrido en televisión. Apareció en plató con las manos detrás de la espalda y oteó el horizonte, buscando niños. Cuando descubrió que en su lugar había tres periodistas, solicitó a los presentes que hiciesen el favor de respetar la lista más votada, de modo que llegáramos todos a tiempo de ver la repetición de los goles. Llevaba corbata, claro, al igual que Sánchez y a diferencia de Iglesias y Rivera, que reivindicaban una de las esencias más consistentes de la nueva política: el sincorbatismo.

Enseguida se metieron en la harina del empleo, y Rajoy trazó la autocomplaciente parábola que va de la herencia zapateril a la recuperación marianista. Fue una intervención más sólida de lo que quizá sus adversarios esperaban, y se desató entonces el previsto tres contra uno; previsto en primer lugar por Rajoy, a quien el Congreso le tiene bastante habituado a la acometida plural. Por momentos recordó al orador irónico de la tribuna en la réplica: fue eficaz desmontando el catastrofismo y hasta se revolvió cuando le echaron encima la corrupción. Se crearon ejes de animadversión reveladores: el de Rivera contra Iglesias, el de Iglesias contra Rajoy -a Sánchez solo le dirigía murmullos bíblicos-, el de Sánchez contra la pinza.

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14 junio, 2016 · 11:40

El proceso del señor Ñ

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Iniesta, donde nace el sentido.

Todos coincidimos en que el partido contra los checos fue, efectivamente, kafkiano. Pero la esencia de lo kafkiano no está -como podría creerse- en La metamorfosis, porque eso supondría que La Roja amaneció ayer convertida en algo distinto de sí misma y la verdad es que vimos lo de siempre. La obra que realmente define lo kafkiano es El proceso, que desarrolla una causa tan minuciosa como absurda, tan racional como insignificante, y ahí España bordó el término: esa burocracia de pases sin remate, ese tiquitaca intransitivo, esa reiteración del casi pero tampoco. El fútbol de España es procesual, como muchas manifestaciones del arte contemporáneo donde lo importante es la materia y no la figuración. La ocasión y no el gol.

Morata encarna muy bien esa pasión ciega de la voluntad, ese esfuerzo tan centrado en marcar que acaba llevándose al linier por delante o rematando al muñeco a pase milimetrado de Silva. Todo el sentido nacía en Iniesta, toda frustración en Cesc y Nolito. El centrocampista del Chelsea se ha vuelto conservador y ahora, según se aproxima al área, más que asistir se dedica a defender las pensiones; también algún balón que se colaba dentro en la segunda parte, seamos justos. Una España rentista por momentos, estática en su hidalguía de gloria pasada, como si la victoria se rifara en uno de esos sondeos de popularidad que gana Garzón.

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14 junio, 2016 · 11:34