
Precampaña.
Los venados del Pardo, que llevan visto mucho y ya nada les sorprende, apenas levantarán hoy la cerviz de la hierba para ver pasar los coches de los jefes de partido camino de la Zarzuela. Al ciervo común (cervus elaphus) le preocupa ahora desarrollar la cuerna lo suficiente como para llegar orgulloso y puntiagudo a las justas sexuales de septiembre, que se parecerían más a unas primarias si los candidatos tuvieran la nobleza de acometerse de frente. Eso sí, ambas especies garantizan berrea en sus respectivos rituales. «¡Berrea, berrea!», cantan los chiquilicuatres de la política.
El tercer desfile zarzuelesco de nuestros líderes pone un epílogo bochornoso a cuatro meses de impotencia y sectarismo, al mismo tiempo que lanza oficialmente una precampaña no menos prescindible. Uno se resiste a secundar los tópicos del esencialismo hispano, pero la carcajada de Luis de Guindos ante la sugerencia del muy holandés presidente del Eurogrupo de que España forme una coalición de izquierda y derecha (jajaja) invita a tomarse en serio la vigencia del cainismo nacional. La propuesta de un independiente de consenso, formulada a última hora por Rivera, no deja de ser una quijotada que quizá le agradezca conmovida la parte del electorado que aún no está completamente hastiada.