
La anchoa de la locuacidad.
En Cantabria ha declarado Pedro Sánchez que Rajoy es el Red-Bull de los independentistas porque les da alas. Parece una de esas frases aceitosas que uno regurgita después de zamparse las anchoas de Revilla, tan engrasadas de demagogia como las puertas giratorias de Iglesias. Si Iglesias es el primer telécrata de España, el presidente cántabro fue su precursor, y Sánchez anda luchando contra el pedigrí de su sigla para ser admitido en la pasarela de flashes de la nueva política; por eso evacua eslóganes en 140 caracteres. Y a lo peor la ocurrencia ni será suya, sino facturada por algún asesor.
Pero más que un réquiem por el estado del ingenio socialista, habrá que encargar uno por España si sale adelante su pacto de progreso, en palabras de su antecesor: «Si pactamos con el PP se acaba el PSOE; si pactamos con Podemos, se acaba España». Y eso que Rubalcaba no incluía a ERC ni a DiL, ya con grupo en el Senado por cortesía de Sánchez.
Argumentar que defender la unidad fabrica independentistas es como decir que los semáforos crean a los kamikazes. Pero el aumento de kamikazes no aconseja a la DGT suprimir las señales de circulación, por represoras que sean. No se legisla contra el suicido, sino contra el homicidio por imprudencia: a ningún extremeño le importaría el delirio mitológico de un catalán si con él no persiguiera el robo de su cuota de soberanía y la exoneración de la solidaridad territorial en que se funda el Estado moderno desde Westfalia.