
La doctrina de la posesión es la ley de vivienda de Guardiola: promete un título de propiedad pero solo favorece la ocupación. Si vas a ocupar la casa del Real Madrid, querido Pep, debes asegurarte primero de que el inquilino se haya marchado. No vaya a ser que esté agazapado en una esquina, contemplando con displicencia cómo la chavalería gamberrea en su salón hasta que se cansa y en dos zancadas decide desalojarlo.