
La última contradicción cabalgada por Pablo Iglesias, que tantas lecciones da, es un suspenso en el examen que lo habría habilitado para dar lecciones. Ahora tendrá que resignarse a aleccionarnos sin título habilitante, según lleva haciendo desde el día epifánico en que fue enviado a nosotros para redimirnos del capital y la oligarquía. Claro que si lo pensamos bien, lo contradictorio habría sido que aprobara. ¿Qué clase de revolucionario se rebaja a perseguir la aceptación de un tribunal universitario, que no deja de ser un producto más del orden burgués?