
-Señores. Venga la gente buena paseando al Señor en todo lo alto. Repartiendo ilusión por Sevilla. Está la calle llena de niños. Vamos -dice José María Rojas Marcos, capataz de la cofradía de la Borriquita, la que estrena el circuito oficial de las procesiones en la sagrada semana sevillana.
El momento, vivido de cerca, es impresionante. Y justifica los empellones de la policía y la vergüenza de colarse entre los ciriales para ver llorar a los cofrades que llevaban dos años esperando este aquí y este ahora. No nos consideramos gente sentimental y, sin embargo, la orilla del paso despide una gravedad intimidante que nos anega. Hombres, mujeres y niños, más de mil niños bajo su capirote blanco repartiendo orgullo y caramelos, aprendiendo el rito que legarán a sus hijos dentro de dos décadas, como sus padres hicieron con ellos.