
Ahora que Ciudadanos se encamina mansamente hacia su extinción divierte mucho descubrir la cantidad de viudas desoladas que le salen a destiempo. Qué manera de enterrar, qué derroche de compasión inútil como el semen de los ahorcados, por decirlo con Sabina. A buenas horas. Muchos de los que lloran la muerte del centrismo a manos de las dos Españas son los mismos que se ensañaron con Rivera cuando estaba bien vivo, precisamente por estarlo, y solo empezaron a defender la necesidad abstracta de Cs una vez estuvieron bien seguros de que Arrimadas no sería capaz de levantar el partido. Por eso hay más honestidad en quienes festejan abiertamente desde Vox o desde Podemos la desaparición de la sigla liberal que en tantos súbitos aficionados a los documentales de La 2, que eso ha sido Cs en la política española. Porque luego resulta que al personal le tira el reality de la polarización como la charca al gorrino. Queredme menos y votadme más: no otro es el sino del suarismo.
Bustos, Ciudadanos es, era un partido boutique y llegamos a su conclusión sin sorpresa ni ansia alguna