
Posesiones.
Poseer es el más dulce y el más odioso de los verbos. Hay que poseer lo valioso, como por ejemplo un 1-0. Y hay que desprenderse de lo superfluo, como por ejemplo un empate a nada. Zidane quiso vencer al profeta de la posesión en su especialidad y lo logró durante la primera parte poblando el centro del campo. Pero cuando tuvo el partido de cara no acertó a posesionarse de esa ventaja con el celo preciso: terminó saliendo Bale en lugar de Kroos y el equipo acabó naufragando en la pérdida del balón, de la victoria y hasta del empate.