
Nacionalista.
Hablar del Brexit, diría Galbraith, es como mearse encima: uno nota el calor, pero nadie más se da cuenta. Y sin embargo el Brexit somos todos. Aquel referéndum inauguró una época de la política occidental, todos viajamos en esa desgajada balsa de piedra a lo Saramago. El cóctel de globalización económica, manipulación algorítmica y nostalgia nacional es la bebida más embriagadora de nuestro tiempo, aunque cada país lo sirve según sus usos y costumbres.