
Paseíllo.
La primera sesión de control de la legislatura debió haberse celebrado en Barajas. En concreto en la sala vip, con un pelele de Delcy y otro de Ábalos accionados por la oposición para recrear todas las versiones de una misma mentira como un guiñol grotesco. El ministro de Fomento, con esa voz suya en la que el carraspeo es la norma y la verdad es la excepción, fue el protagonista involuntario de la matinal; hasta Sánchez se quedó a ver cómo respondía, dicen que para apoyarle, yo sospecho que para vigilar que no le acabara delatando en la enésima versión. Ábalos salió vivo como Sánchez salió vivo de la tesis o Delgado del submarinismo por la cloaca: por la falta de vergüenza, que hoy es el primer requisito para el éxito político, si no lo fue siempre.
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