
Entierro.
A la foto de Sánchez y Casado le falta la corona de flores y una sentida cenefa en recuerdo de las legislaturas de cuatro años. Todos hemos estado en tanatorios más estimulantes que su encuentro de ayer. Les acompañamos en el sentimiento. Sánchez, más que gobernar, convalece en Moncloa. Y Casado, más que liderar la oposición, la esconde para que nadie se la quite. Pero esa jeta de responso que exhibían ambos no obedece solo a sus tribulaciones personales. A estas alturas nadie pregunta ya por quién doblan las campanas de San Jerónimo: sabemos muy bien que doblan por nosotros. Por ese educado régimen del 78 que siempre saludaba en la escalera y que se ha ido en la flor de vida, dejando 15 millones de huérfanos constitucionalistas. Entre todos lo han matado y él solito se murió.