
Teas ardientes.
-Hay una gran diferencia entre querer abolir la prostitución y querer abolir los debates sobre prostitución. Negar disensos y silenciar a las prostitutas recuerda a lo peor de la cultura dogmática contra la que el feminismo tiene que ser una alternativa.
Así habló Clara Serra, de Más Madrid. Y supimos que un verdadero espíritu liberal se había apoderado de ella. Los propios la machacaron y los ajenos la ridiculizaron, unidos ambos polos en una sola pinza moralista. Aquel día probó Serra la hispánica soledad del liberalismo, que desprecia por igual la sagrada tradición del azul y la ortodoxa ideología del rojo. El liberal a menudo estará solo, pero es el precio que debe pagar por rebelarse contra la autoridad del ayer y contra la utopía del mañana. Ser liberal es también defenderte de quienes se empeñan en salvarte del pecado consentido.