Canibalismo.
Manuela Carmena es una mujer de 75 años que está convirtiendo ambas categorías -el sexo y la edad- en su mejor argumento para merecer el voto de los madrileños. Y hace bien. Primero porque las razones identitarias no admiten refutación: ella es, en efecto, una mujer de 75 años. Segundo porque el cebo ya le funcionó la primera vez: la dulce estampa de abuela de la democracia movilizó al absentista huérfano de un regazo matriarcal. Y tercero porque si lo personal es lo político, a quién carajo puede importarle que carezca de cualquier balance de gestión.
Sería estúpido negarle a Carmena sus aciertos: reducir la deuda -nunca es tarde para abrazar el liberalismo, así sea por incompetencia presupuestaria-, bendecir la ambiciosa reforma del Bernabéu o traicionar a Podemos hasta partirlo por la mitad. Sospecho que estos méritos innegables no los valora su clientela natural tanto como yo mismo, igual que valoro la labor de zapa desplegada por las infinitas facciones paleomarxistas de Ahora Madrid contra la propia alcaldesa a lo largo de estos cuatro años, con Sánchez Mato a la cabeza de la quinta columna: quién sabe qué disparates habría podido consumar ese equipo municipal de haber gobernado bajo el principio adulto de unidad de acción.
Uy qué foto. Agit-pop