
Mirada sanchista.
Los brigadistas de Sánchez enviados a salvarnos del fascismo parecen nerviosos. El número de votantes que está respondiendo a la llamada a filas gubernamental para combatir al dragón tricéfalo podría ser menor del que se airea. Si se trata de dragones al personal le sobra con Juego de Tronos, mero neorrealismo al lado del no es no de Sánchez a los independentistas (emoticono de llorar de risa), los cuales ya ni disimulan su gana de investirlo.
Con lo bien que estaba saliendo la farsa. Después de agitar el espantajo de Franco desde el minuto uno, de recuperar el lenguaje años 30 de «las derechas», de hacerse la foto en la tumba de Machado como si le hubiera leído y de camuflar bajo coartadas sociales su afición bahamondiana al decretazo, el tinglado da señales de fatiga. Sería una catástrofe que al cuento de Caperucita se le descubriera el lobo en la semana culminante.