Archivo diario: 27 mayo, 2018

Este es el Madrid: respetadlo

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Leyenda.

Respeto piden las vallas publicitarias de la corrección UEFA. Respeto pide la inteligencia asesina de Benzema. Respeto pide la letal potencia de Bale, la otra pieza cuestionada de la inmortal BBC, que se queda a un título del Real Madrid de Di Stéfano. Respeto exige la inmaculada concepción del dogma blanco, que primero fundó la Copa de Europa y después ha ganado 13 de las 16 finales a las que ha llegado.

Yo no había nacido cuando el Liverpool ganó al Real Madrid una de ellas, pero he vivido lo suficiente para ver al orgullo red, derrochado por las calles de Kiev, transformarse en implacable melancolía. Es lo que sucede cuando te enfrentas al Real Madrid. Cuando te toca hacer de cabra en el parque jurásico de la voracidad madridista.

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27 mayo, 2018 · 13:59

La última invasión de Kiev

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Hinchas cantores del Liverpool.

En el corazón de Maidán, la espléndida plaza que recibe y bombea el pulso vital de todo Kiev, se yergue una arrogante columna que celebra la independencia siempre amenazada del país. Ucrania ha sido invadida tantas veces por imperios tan distintos que ha desarrollado un celoso instinto de soberanía. «Freedom is our religion», reza el gigantesco mural que cubre el edificio incendiado durante las protestas de 2014, brutalmente reprimidas por el gobierno títere de Putin. Hubo decenas de muertos. Los ucranianos adoran la libertad porque conocen demasiado bien la tiranía.

Hoy Maidán ha sido invadida de nuevo, en esta ocasión por el imperio del fútbol, que como sabemos es la continuación de la guerra por medios incruentos. Dos ejércitos de rancio abolengo, uno blanco y otro rojo, se disputan palmo a palmo la ciudad con la garganta pelada y las ilusiones vírgenes. Reconozcamos ya que en la calle intimidan más los ingleses: cantan más alto, beben más cerveza y adelantan la amenazante curva de su abdomen con mayor desinhibición; para su desdicha, sin embargo, la batalla no se libra en los pubs sino sobre el césped. Y ese es el territorio del rey de Europa.

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27 mayo, 2018 · 13:55

La impaciencia de Rivera

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España será de quien se la trabaja.

Hace días me llamó una periodista francesa de Les Echos que estaba preparando un reportaje sobre «el Macron español». Quería saber qué sabía yo sobre Albert Rivera. Hablamos durante una hora, marcando diferencias y señalando semejanzas. Ella, desde el titular, estaba más interesada en las segundas, pero yo insistí en las primeras, que me parecen más reveladoras. Macron es un miembro natural de la élite francesa, orgulloso de su formación, que llegó al poder con la inestimable colaboración de la segunda vuelta. Rivera es hijo de un obrero de La Barceloneta y una emigrante malagueña, funda su recelo de la academia en uninstinto político animal y solo llegará a La Moncloa si vence a la Ley D’Hondt. Pero la diferencia principal es que la nación francesa no admite discusión, mientras que la nación española apenas admite defensa, abatida bajo una culpa originaria que condena a los españoles a elegir entre el rancio casticismo o la exquisita displicencia. O el bombo de Manolo o la pose del equidistinto: «¿Banderas a mí? ¡Son todas iguales! ¡Dos nacionalismos a garrotazos!».

Rivera, por suerte para él, no es ningún intelectual, pero tiene una idea clara a la que empezó a servir en minoría hace doce años y a la que cree que le ha llegado su momento. Esa idea no es más que la desproblematización de España. Durante demasiado tiempo, con la entusiasta colaboración de intelectuales propios y ajenos, España no ha sido explicada como lo que es, la sede histórica de nuestros derechos, el hogar inclusivo de una ciudadanía duramente conquistada, sino como esa triste y tópica historia de Gil de Biedma que siempre termina mal. Ese estereotipo caduco, sostenido por perezosos mentales y cobardes morales, llegó a hacerse opresivo en Cataluña, activando la variante política del principio de Arquímedes: todo intento agresivo de crear hegemonía en una comunidad dada origina una resistencia silenciosa de signo contrario que un día se desborda. Ciudadanos se despliega hoy contra tres inercias tóxicas: el nacionalismo, la corrupción y la bipolaridad ideológica. Propone lo opuesto: una España solidaria, limpia y pragmática. No es una aspiración brillante, ni original. Pero es una aspiración poderosa, porque parece alineada con los tiempos.

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El bueno (Kichi), el feo (Marta Sánchez) y el malo (Eduardo Zaplana)

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27 mayo, 2018 · 13:49