
Milagreando.
Dicen los psicólogos que la madurez emocional consiste en la capacidad para aplazar la recompensa. Sólo los niños o los adolescentes crónicos lo quieren todo para ya. Así que según los científicos criterios de la psicología, Sergio Ramos es el futbolista más maduro del planeta. Sus recompensas se entregan siempre al final, como el fruto maduro de un estío agotador. Y cuando caen estallan, y su dulce pulpa riega nuestras gargantas secas.
El madridista de mi generación reconoce ya que nunca gritó como con los cabezazos de Ramos. Ha oído hablar de Juanito, de las remontadas, de la épica de postrimería. Pero no estaba en el campo ni ante la pantalla con la atención lo bastante formada cuando entonces. El central sevillano viene colmando el paréntesis de esa leyenda insurrecta que hasta su venida tuvo demasiado de promesa o de nostalgia. Hoy volvemos a afirmar con propiedad que el blanco no es el color de las banderas rendidas, sino el aviso presente del peligro que no cesa, el signo de una hostilidad innegociable.
La buena (Báñez), el feo (Juan Carlos I) y el malo (Montoro) en La Linterna de COPE