
Sacramento del teleperdón.
Un párroco español ha lanzado una aplicación móvil llamada Confesor Go que permite localizar al cura más próximo al penitente para administrarle la confesión. A partir de ahora cualquier político atormentado por su última mentira no tendrá que esperar cuatro años a ser indultado por las urnas, sino que podrá aliviar su conciencia citándose con un sacerdote en un parque o una plaza, o a la salida misma del lupanar o del Parlamento, por mencionar las dos sedes tradicionales del pecado.
Confesor Go ha superado ya las 4.300 descargas y su desarrollador, el padre Latorre, espera que pronto se internacionalice su uso, que para eso católico quiere decir universal y en todas partes se peca con análoga fruición. Se deduce que los emprendedores ya no se conforman con comerse este mundo sino que aspiran a explotar el más allá con un Über no de cuerpos sino de espíritus que habría enloquecido a Gógol, cuyo personaje más famoso viaja por la estepa rusa en su troika comprando almas muertas. Confesor Go es el reverso luminoso de Tinder: en la era digital uno se empecata y se limpia por internet.