
Moralismo pop.
En mitad de la semifinal de Eurovisión, como un eructo de moralismo entre lentejuelas, introdujeron un numerito de danza compasiva en memoria de los refugiados. Un ceniciento enjambre de bailarines en estudiados harapos, con gesto de intensa compunción, zumbó su sentida coreografía para alivio de conciencias burguesas culpables de su prosperidad. Culpables aún más porque les gusta Eurovisión, como si fuera pecado.
Comentario en COPE, vestido de cani para la ocasión, sobre el futuro del PSOE