Ahora que estamos en campaña, supongo que se impone hablar de estafadores. Se dice que cuando te engañan una vez, el culpable es el estafador; pero que si ese mismo te engaña otra vez, el culpable ya eres tú. A mí siempre me ha parecido que dos oportunidades son muy pocas para aprender si hablamos de seres humanos, esos animales de los que también se asegura que son los únicos que tropiezan dos veces en la misma piedra. O en la misma sigla.
En realidad hay otros animales tan reincidentes como el hombre, y no menos letales que él, como por ejemplo el escorpión. En la conocida fábula de Esopo, una rana ayuda a un escorpión a vadear un río permitiendo que se encarame a su verde espalda, confiando en que el alacrán no le picará porque se ahogarían los dos. Y sin embargo le pica. Y cuando ambos se están ahogando, la rana le pide explicaciones y el escorpión responde compungido: no lo he podido evitar, está en mi naturaleza. Como está la mentira en la naturaleza de la política.
Los griegos eran profundamente deterministas, algo así como los taxistas o cuñados de la Historia. Si eres un griego clásico tienes que aceptar que las cosas son como son, y que tienen poco o ningún remedio. Todo se reduce entonces a sobrellevar el propio destino inexorable con la mayor dignidad, lo que nos convertirá en héroes del pueblo primero y, si por ventura hay algún dramaturgo en la sala, en personajes inmortales después.