Un jurado bruselense presidido por la señora Anni Podimata ha resuelto otorgar ex aequo el premio del Parlamento Europeo a la hueste prodemocrática de Ada Colau por un lado y a la Real Academia de la Lengua Vasca por otro, y yo creo que la señora Podimata no podía haber alcanzado un fallo más atinado, ni juntado dos candidaturas mejor hermanadas en la persecución de un ideal común.
Veamos. El conspicuo galardón, rezan sus bases, se concede «a personas u organizaciones excepcionales que luchen por los valores europeos, promuevan la integración entre ciudadanos y los Estados miembros o faciliten la cooperación transnacional en el seno de la Unión». ¿Y qué duda cabe acerca de la excepcionalidad del euskera, cuya raíz lingüística se sigue buscando allende el Cáucaso, como acerca de la excepcionalidad del escrache, cuya raíz jurídica se sigue buscando allende el Código Penal? No cabe dudar tampoco de que la Plataforma de Afectados por la Hipoteca difunda valores europeos, porque Europa ha contenido y contiene valores de todo tipo, desde los valores cándidos de Francisco de Asís a los valores pelín exigentes de Robespierre, y tal es la vocación contenedora de Europa que se la conoce también como Viejo Continente. A lo largo de la historia cada cual lo ha ido llenando de los contenidos que ha estimado oportunos, del mismo modo que un becario voluntarioso llena de contenidos su blog balbuciente; otra cosa es que les quieran dar un premio a una prosa de becario o a una plataforma de acoso.