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Entrevista en Neupic

[Agradezco a Alfonso Basallo esta larga, por momentos mordaz, y siempre grata entrevista que me hace para Neupic. Su generoso interés por mis opiniones resulta a todos luces desmedido]
 
Hughes, Bustos, Ignacio Ruiz Quintano y Manuel Jabois.

Hughes, Bustos, Ignacio Ruiz Quintano y Manuel Jabois.

Acaba de fichar por El Mundo, donde se estrena como columnista bajo una galería de retratos ilustres, presidida por el maestro Umbral. Dará que hablar. Y hará reír. Ya saben: “castigat ridendo mores”.

Sé que no es fácil, pero cómo calificaría a los nuevos columnistas: ¿generación perdida, umbralianos posmodernos, Miquelarenas despeinados, Julios Cambas con la camisa por fuera del pantalón?
Lo mejor que se podría decir de los nuevos columnistas es que huelen a viejo. Es decir, a tradición. Es decir, que han leído a los clásicos del género y escriben sobre el mundo de hoy a hombros de aquellos gigantes. Mis detractores suelen decirme que escribo como un viejo, cuando probablemente quieren decir que escribo como cuando se sabía escribir: así que no saben el elogio que me hacen. El clasicismo es la modernidad constante.
 
Cuénteme su árbol genealógico: ¿es usted nieto de Ruano, hijo del matrimonio (periodístico ojo) de Alcántara y Umbral, y ahijado de Gistau pongamos por caso?
En la columna española, después de Larra, hay dos maestros genesíacos: Camba, del que nace la finura irónica y redonda, y Ruano, del que brota el costumbrismo lírico, apoyándose en Ramón. Son los Mozart y Beethoven de esto y hay que saberse a los dos. Luego cada temperamento propende a una veta u otra. Más hacia acá surge Umbral como gran heredero del género y a la vez creador de escuela. Con él conviven maestros como Alcántara y Campmany.
 

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2 febrero, 2015 · 11:30

Debutando en EL MUNDO

Cuando la noticia es el periodista, pese al sonrojo.

Cuando la noticia es el periodista, pese al sonrojo.

Escribo este post desde la redacción del periódico El Mundo. Literalmente, un sueño cumplido. La redacción es silenciosa, pulcra, moderna, y está llena de personas acogedoras, divertidas, con un colmillo retorcido que echaba mucho de menos. En la hora de la felicidad completa, es de justicia recordar a las personas que me han ayudado a llegar hasta aquí. Mi primera gratitud es para Casimiro, a quien espero a convencer de la bondad de su decisión. Citaré después a algunos mayores míos en el noble estamento de la columna que han sido muy generosos conmigo: David Gistau, Rubén Amón, el propio Jabois en cuyo ordenador me siento, Salvador Sostres, Arcadi Espada; y a amigos de periódicos de la competencia como Ignacio Ruiz Quintano y Hughes. Y, por supuesto, a Maite Alfageme. A todos debo algo que no sé si podré pagar.

Como sea, ahora se trata de escribir. Es lo malo de los fichajes, que no se quedan en el glamuroso estadio del anuncio: resulta que luego hay que trabajar. Trataré de vaciarme en este periódico con el que fantaseé, y lo sabes. Columnas, crónicas, reportajes, fútbol, política, cultura. Quizá menos o quizá más. Mantendré las estrictas colaboraciones en radio y tele de mi etapa nómada que me han autorizado: Radio Nacional, Real Madrid TV, Al Rojo Vivo. Se irá viendo, que diría don Mariano. Gracias a mis seguidores por su insensata fidelidad.

Aquí, mi primera columna.

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Podemos y Cataluña: el indiscreto encanto de la burguesía

El círculo de Podemos: los ojos de la boa Kaa que obnubilan a los pijos.

El círculo de Podemos: los ojos de la boa Kaa que obnubilan a los pijos.

La única inexactitud sugerida por el Jefe del Ejército, más allá de la inexactitud fundamental que supone el hecho de que un militar opine, es que España juegue en su analogía el papel de metrópoli de Cataluña, cuando las evidencias de renta económica e iniciativa política señalan que ocurre exactamente al revés. A Manuel Vázquez Montalbán no le gustaba la famosa sentencia de Wenceslao Fernández Flórez según la cual Cataluña es la única metrópoli que desea separarse de su colonia. No le gustaba, claro, porque no era tonto y porque era comunista, y por tanto sospechaba que Fernández Flórez metía el dedo en la llaga al señalar que el nacionalismo catalán era una afición de burgueses. Como así es, en efecto. Don Wenceslao era gallego, tierra entonces de miseria en comparación con Cataluña, y no podía entender un movimiento de liberación nacional que se apoyase no en la humillación de los oprimidos sino en el egoísmo de las clases medias y altas.

En Cataluña, como en Escocia o en la Padania, el independentismo es un juego de clases acomodadas que quieren serlo más, es decir, pagar menos impuestos a los pobres del sur del Ebro y tocar a menos bocas en el reparto de los propios, con los cuales además seguir haciendo suculentas distracciones al 3% sin miedo al ojo de la Hacienda central. No por pesetero e insolidario deja de ser menos transparente el empeño: menos comprensible es el caso vasco, cuyos nacionalistas, logrado el cupo, apelan a un esencialismo étnico que sonrojaría ya a Darwin. El hecho desnudo es que en las dos regiones históricamente más prósperas de España ha arraigado un sentimiento de vergüenza hacia el resto de la Península que no es alimentado por un escarnio sistemático, como el de los congoleños a manos de Leopoldo II de Bélgica, sino por el asco de mezclarse con pobres en alpargatas. De ahí la frase de Fernández Flórez.

Racismo y burguesía siempre han trabado bien, porque el que tiene su capitalito teme más que lleguen otros a quitárselo que el que no tiene nada, como el obrero, o el que tiene mucho, como el aristócrata, que propende antes al paternalismo que a la xenofobia. Pero revolución y burguesía conjuntan aún mejor. Todas las revoluciones –las buenas, como la inglesa y la americana; las mediopensionistas, como la francesa; y las vesánicas, como la bolchevique y la fascista– las ha hecho la burguesía, y el proletariado ha sido en ellas lo de siempre: la carne de cañón. Es natural que así sea, porque el proletario no tiene tiempo ni formación para idear revoluciones y lo que desea ante todo es convertirse en apacible burgués. Es el burgués el que posee lecturas y energía para entretenerse en hacer listas de agravios cuando la vida le ha despechado o no le ha catapultado adonde esperaba. Una checa siempre la empieza llenando un profesor ex burgués que señala con la pluma al editor que no le publicó antes que el miliciano lo sentencie con la pistola.

Recuerdo estas elementales nociones de sociología histórica porque han sido confirmadas por el último CIS, que identifica al votante mayoritario de Podemos como urbanita de clase media más o menos afectada por la crisis y con estudios universitarios. O sea el pijiprogre, pues el proletariado no entiende La Sexta, evidentemente, sino Telecinco. A los de Podemos les llaman con toda propiedad la casta de Somosaguas, Monedero es profesor de máster en ICADE, Errejón no puede disimular su dicción de niño pijo y las adhesiones ardorosas a su causa no se pronuncian en las fábricas de Fuenlabrada sino en las teterías del Barrio de Salamanca, donde declararse podemista es pura moda trendy como la talasoterapia o la crema de células madre.

–Pues yo voy a votar a Podemosss, tía, que está todo fataaal –se despereza la milf desde el centro burbujeante del spa del Metropolitan.

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Entrevista en Madrid Sports

Hagamos un poco de publicidad al programa. De domingo a jueves a las doce en 13TV.

Hagamos un poco de publicidad al programa. De domingo a jueves a las doce en 13TV.

En La Lupa de Jorge Bustos habita más literatura que en muchos libros que son súper ventas. Nuestro protagonista se adorna con la pluma, como Isco en el regate. Cita a los clásicos de memoria como cualquier madridista de bien enumera las diez fechas de las diez Copas de Europa. Sus artículos, sus tuits y sus apariciones en diferentes tertulias se han convertido en referencia del madridismo ilustrado. Con la ironía siempre en la punta de la lengua, Jorge Bustos atiende a Madrid Sports.

Nos alejamos un poco de la realidad y jugamos a ser Kafka: Tenemos a Cristiano Ronaldo imputado por fraude fiscal, al Real Madrid gastando en un fichaje una millonada de dudosa procedencia, al presidente dimitiendo por este asunto y a Sergio Ramos peleando con la Guardia Civil. ¿Estaríamos ante un exilio obligado del Real Madrid si las circunstancias hubieran sido al revés? ¿Hay cierto ensañamiento cuando las cosas pasan en el Real Madrid?

En esa hipótesis el Madrid sería la cucaracha de la Metamorfosis pero no llegaría a la segunda página, y mira que es corto el libro. El ensañamiento antimadridista es tan natural como las ganas que tiene cualquiera de zurrarle a Floyd Mayweather: es rico, es famoso, es invencible y además lo proclama. Pero en el ring el que pega es él.

Un hombre acostumbrado a la crítica, tanto a la positiva como a la negativa, podrá hacernos una sobre la situación de Iker Casillas…

El asunto de Iker no deberíamos comentarlo hasta que Polanski ruede el biopic. Hasta entonces a Casillas hay que desearle que entrene bien y pare balones.

Dijo Ancelotti en una entrevista en la cadena COPE que se transformaría en Arbeloa. ¿Harías lo mismo que el míster?

Arbeloa lo ha ganado todo en el fútbol, pero paradójicamente es valorado –y atacado– por lo que hace o dice fuera del campo. Esto significa que es un futbolista con personalidad, lo cual ya le hace especial en estos tiempos. Pero para valorarle de verdad, yo me fijaría en el modo ejemplar en que asume la titularidad de Carvajal. Ahí se ve la madera de la que está hecho uno.

Sabemos que eres hombre leído y vivido. ¿Es el Atlético el nuevo best-seller de moda que tiene su año fuerte pero se queda entre más libros sin pena ni gloria?

El Atleti no es un best-seller en absoluto: es un equipo con amplia y laureada historia que naufragó y que Simeone ha reflotado, siquiera por un tiempo. Que la chavalería se haga ahora rojiblanca es comprensible, y hasta enternecedor. Siempre es educativo curtirse en la desdicha.

Decías en un artículo que Mick Jagger cantaba que los viejos hábitos tardan en desaparecer. ¿Desaparecerá algún día el piperío del Santiago Bernabéu?

Lo del piperío es un concepto de mi amigo Hughes que ha hecho fortuna pero que alude a un estamento sociológico amplio y antiquísimo que probablemente ya está descrito por Thackeray y Maupassant. Antes se les llamaba pequeñoburgueses. No hay que desear su extinción, porque son la prueba de vida de una clase media más o menos próspera y el pilar de la democracia representativa. En la grada son mansos, cierto; pero si no fuera así significaría que tendríamos menos Copas de Europa, y que daríamos más curro a la policía y mucho menos a los haters.

Fuiste un reconocido mourinhista cuando el portugués era entrenador del Real Madrid. ¿Sigues abrazando la causa?

Vamos a ver. El mourinhismo nació como una divertida y anárquica oposición a la hegemonía de la retórica buenista culé. A eso se le sumaba la personalidad genial de Mourinho. Con ambas posiciones sigo comulgando, porque las ruedas de Mou en Londres siguen siendo brillantemente incorrectas y porque siempre hay meacolonias a los que escandalizar. Además, en aquellos años hice amigos interesantes que conservo. Lo que me aburre y repele es el momento a partir del cual el mourinhismo pasa a ser eso que dices, una causa nostálgica y cerril, una secta sagrada: con su dogma, sus sacerdotes, sus cismas, sus aprovechados y hasta su mártir. Lo divertido de aquello era la agitación, pero se jodió, se solemnizó. Yo ya dije que pasaría, porque la mente humana es religiosa por definición. Sigo admirando a Mou, le agradezco lo que hizo aquí, que fue necesario para invertir el ciclo ganador del Barça; pero él sabía que en el Real Madrid no podía durar. Un mariscal de campo no suele adaptarse al despacho oval.

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Bonus para tuiteros: la Celebración de la Décima, mi primer pinganillo.

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IRQ entrevistado

Con Iñaki, en el boxeo.

Con Iñaki, en el boxeo.

Enlazo, con mi gratitud por sus cariñosas palabras a partir del 27:50, la entrevista que Antonio Chinchetru le hace a Ignacio Ruiz Quintano, maestro mío y amigo. Y el número uno de esto.

El primer y quizá único escritor de periódicos al que deseé conocer. Y lo logré.

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Entrevista a Hughes (I): «El periodismo deportivo ya no es solamente informar, sino alegrar un poco»

Hay una persona que eres de los pocos que llegó a conocer, que es Juanan, @van_Palomaain, que dejó de estar con nosotros en agosto, lamentablemente. Y él de ti, por ejemplo, decía: “Yo voy diciendo por ahí que conozco a Mesetas, Hughes y Jarroson: la santísima trinidad de Internet”. ¿Cómo lo recuerdas, a Juanan?
Pues… a ver, yo lo conocí una noche, una tarde-noche, y era una persona entrañable, la verdad. Tengo que decir que toda la gente que he conocido de Internet, que tampoco ha sido mucha, pero a veces parece que se comen a los niños crudos al teclado, y que son gente… luego son todos… parecen todos bellísimas personas, para comértelos a besos, ¿no? Juanan era una persona muy entrañable, en lo que yo vi. Era un chico muy carismático, con mucha gracia. Tenía mucha gracia. Y luego, la verdad es que era muy generoso, con sentido del humor. Tenía un talento para comentar, para retratar las cosas, ¿no? Y era un aficionado sui géneris, también. A mí, vamos, me cayó muy bien, y… bueno, qué te voy a contar del shock que fue vivir eso. Fue tremendo.

Bueno. Vamos a pasar a otras facetas tuyas. Aunque seas economista de formación, haces un poco de periodismo. ¿Cuáles son tus periodistas de referencia?
Bueno… a ver, los periodistas del siglo XX que ha leído todo el mundo, o los que me gustan, ¿no? Son Camba y compañía. Y luego pues, hombre, los periodistas vivos… también los que lee todo el mundo: pues Ignacio Ruiz Quintano, Gistau, Manuel Jabois… leo también a Arcadi Espada, muchísimos. Es que me voy a olvidar de alguno. Y algunos de ellos, tengo ya la fortuna de tratarlos y de ser incluso amigo: Jorge Bustos, que le leo mucho también… Eso, hablando de la gente que toca el tema del Madrid, ¿no? Luego, en otros ámbitos del periodismo, pues… podría citar alguno más, pero yo diría que éstos son referencias en cuanto al periodismo. Y luego, los periodistas clásicos de toda la vida pues Camba, Josep Pla, Ruano… Ruano, muchísimo. No, los que todo el mundo; yo es que creo que todo el mundo leemos lo mismo y a los mismos, ¿no?

Hughes y Bustos.

Hughes y Bustos.

Y, diferenciándote un poco de los periodistas madridistas, éstos mismos que has nombrado, Ruiz Quintano, Gistau, Bustos, Jabois, ¿cuál es tu sello personal? ¿Qué te diferencia de ellos, o qué te asemeja incluso, también?
Hombre, pues aquí ya… No lo sé, eso lo tendría que decir otra persona, ¿no? Yo no lo sé. Hombre, es que me parece, aparte, que seguro yerro el tiro si hablo de mí. Eso es como cuando te oyes… cuando me oiga la voz… bueno, no lo pienso oír, pero cuando me escuchara la voz en esta grabación, me voy a espantar, ¿no?, de la voz que tengo. Pues esto es igual, ¿no? No lo sé. Lo tendría que decir el lector, cuál es mi rasgo distintivo. Yo, hombre, no lo sé. Sí que te digo que yo no imito a nadie. O sea, escribo con bastante verdad, de las cosas que escribo, ¿no? Y poco más, no sé. No sé qué rasgo puede identificarme.

En el primer foro de debate de Primavera Blanca, que se hizo el 23 de octubre, hace poco menos de un mes, se trató el tema del periodismo, Twitter, y todo esto, y estuvieron invitados Siro López y Juan Ignacio Gallardo. Uno de los temas que se trató era lo del “madridismo con camiseta”. Y uno de los asistentes, de los participantes, en el momento de preguntas, llegó incluso a hablar del “madridismo con dorsal”: el periodista que defiende mucho a un jugador. ¿Cuál es tu opinión sobre todo esto, el periodista que se identifica con un club y con un jugador?
Creo que todo cabe, todo vale. A mí, como lector, me gusta… me he acostumbrado a leer al periodista-personaje, al periodista-forofo, al periodista-frío; a ese tipo de periodista tan divertido que va de objetivo, y que nunca tiene equipo, y que parece que depende la verdad, u Occidente, de que el tío tenga o no tenga equipo, que no es tan importante; el periodista que dice que no tiene equipo y se le nota claramente que tiene un equipo… Yo creo que todo vale, y que, viendo venir a cada cual, pues está bien. Aparte de que el periodismo deportivo yo creo que ya no es solamente informar, sino también distraer, divertir, alegrar un poco… Entonces, bueno, hemos citado periodistas que son madridistas, y lees lo que escriben porque te gusta, por una metáfora, por un giro personal… No creo que sea importante. No creo… Yo no me fijo para nada en eso. No me interesa de qué equipo sea cada cual, si es o deja de serlo.

¿Y cómo fue tu paso de bloguero a luego estar en La Gaceta, ahora en el ABC, escribir las crónicas?
¿Cómo ocurrió? Pues fue rápido. Al poco de abrir el blog, me llamó La Gaceta. Bueno, me llamó Jorge Bustos desde Valencia, que estaba haciendo una entrevista a Camps, y me puso en contacto con Maite Alfageme, y empecé a escribir en La Gaceta. Allí escribía columnas de tema general, nada político, un costumbrismo así un poco desvaído, un poco… [risas], pero no sobre fútbol. Y luego, pues eso, no recuerdo… fue hace un año y pico… Una cosa siguió a la otra. Ya, a partir de ahí, fue ininterrumpido el proceso. Yo mantuve el blog después, pero luego ya ocurrió lo del ABC, y abrí otro blog en el ABC. Simultaneaba mi trabajo con la escritura en el periódico, y ya se hizo muy complicado mantener el blog. Y bueno, pues eso: fue muy rápido, ha sido una cosa detrás de la otra. No me paro a recordarlo, pero fue muy… En La Gaceta estuve, no llegó a un año. Escribí en verano una columna en la contraportada, y luego pasé a escribir televisión; y luego ya salté al ABC a finales del 2012. Y bueno, esa es la historia [risas].

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10 diciembre, 2013 · 14:12

Juanan, macho, dónde estás

Entré en el irlandés de Tribunal con Hughes, que se estaba quedando aquel finde en casa, recién llegado de Valencia. Veníamos de almorzar con Alfageme y Ruiz Quintano y de la redacción de La Gaceta, donde presenté a Hughes a Dávila y hasta escribimos juntos una sección del periódico. Para entonces ya estábamos borrachos, claro. El estado ideal para una quedada con la puta banda mourinhista que se había organizado esa tarde por Twitter para ver el Osasuna-Madrid. Recuerdo que salió Sinone a recibirnos, y que llamé a Gistau para ver si podía apuntarse, y que ingresamos en la penumbra grata del bar, donde un grupo de buenos muchachos se juntaba frente al televisor en torno a una mesa bendecida con un par de metros de cerveza en vertical, ya sabéis, esos cilindros con grifo que se vacían con anormal celeridad. Y allí estaba Juanan.

–¿Tú eres Van Palomaain?

–Sí, macho.

Juanan decía “macho” dos y tres veces en la misma frase. Es un vocativo ya algo anacrónico en la parla de Madrid y por eso le quedaba tan gracioso. A Hughes y a mí se nos pegó y ya estuvimos cerrando cada frase con “macho” todo el fin de semana. “Esa jerga suya, de negrata de aquí, era como un rapero en la grada. Eso es inolvidable para quien lo haya leído”, ha tuiteado en su memoria Hughes, con la habitual exactitud.

Así que aquel mod menudo y melenudo era el vitriólico Van Palomaain, cuya natural generosidad le hizo tuitear una vez: “Yo voy diciendo por ahí que conozco a Mesetas, Hughes y Jarroson, la santísima trinidad de internet”. Pues bien, a falta de Jarro, él completaba allí mismo la santa trinidad del putabandismo. Una de las cosas que más me gustan de Twitter es ese momento siempre sorpresivo en que confrontamos la preconcepción meramente textual de una persona con su apariencia física, aunque Jabois al día siguiente nos reprochara ese afán de poner cara a la puta banda, una “mariconada” que Mou seguramente condenaría. Yo mismo lo había hecho antes con el propio Manuel en Pontevedra y con Hughes en Valencia, ambas veladas memorables, la primera inserta incluso en el último libro de Jabo. A Juanan también le gustaban las quedadas tuiteras. En el irlandés estaban además El Socio, Meseta y alguno más que ahora no recuerdo. Meseta se puso a hablar de literatura conmigo sin presentarse, y el efecto era entre alucinatorio y genial, como hablar de barroco romano con Yul Brynner. La noche prometía mucho.

La noche en que conocí a Juanan, con Hughes, El Socio, Meseta y cía.

La noche en que conocí a Juanan, con Hughes, El Socio, Meseta y cía. Tribunal.

Vimos marcar aquel golazo vanbasteniano a Benzema y al Madrid finiquitar la Liga de los Récords aquella noche. Juanan estaba eufórico y a la vez deslizaba críticas mordaces a cada jugador blanco si se le ocurría perder el balón. “El tuit es perfecto para disimular mi falta de talento. Soy un mediocentro africano y Tuiter es mi trivote”, había escrito una vez Van Palomaain, desmintiendo en la agudeza de ese fraseo suyo la propia declaración de modestia. La verdad es que estábamos todos excitados y crecientemente borrachos, los metros de birra caían sin piedad y en un momento dado no sé quién empezó a tararear el Ay se eu te pego entonces de moda con una nueva letra que consistía en repetir “Ay mi Meseta” constantemente. Nos pareció de lo más ocurrente, el colmo mismo de la risión, y lo coreamos durante un buen rato manoteando salvajemente sobre la mesa hasta que el camarero empezó a inquietarse y la clientela a abrir prudencial hueco a nuestro alrededor. No sé si Meseta llegó a subirse a la mesa a coreografiar el cántico por faralaes, acuso anchas lagunas de aquella noche inaugural. Lo que sí recuerdo es que Juanan propuso el Honky Tonk y hacia allá nos encaminamos Van Palomaain, Hughes, Meseta y yo, que estaba renqueante de una fractura de peroné y no podía seguir su ritmo, qué cabronazos, levitando todo ciegos sobre el bulevar de Alonso Martínez y yo mascullando 50 metros por detrás. Juanan iba pendiente del móvil, tratando de atraer mujerío al despropósito. Una vez dentro nos dispersamos. Meseta había perdido el móvil, aunque luego creo que lo recuperó, creo que dentro de su propio bolsillo, de hecho; Hughes vagaba enmudecido por el bar, como mirando todas las cosas por primera vez, con restos de líquido amniótico en las córneas; Juanan seguía con el teléfono y yo le entraba a una morena a quien aseguraba que no sabía con qué clase de periodista estaba hablando. Todo degeneró lo previsto en estos casos y terminé buscando a Juanan por todo el Honky, pues le había perdido; vagaba yo por el local murmurando: «Juanan, macho, ¿dónde estás?»

Y todavía me lo pregunto.

Al final metí a Hughes en un taxi y logramos llegar a casa. A la mañana siguiente se sucedió la divertida relación de tuits que aspiraba a reconstruir los hechos:

–También os digo, que la nueva derecha, @JorgeBustos1, @hughes_hu y @van_Palomaain, es guapa y violenta. Y que los perdí no sé dónde –escribió Meseta, vete a saber por qué.

Pero todos esperábamos a que Juanan se levantara, a ver qué tuiteaba de lo de ayer. Y cuando por fin lo hizo, volvió a romper la expectativa:

–INFORMO DE QUE SIGO SOLTERO –o algo por el estilo. El descojone.

El pasado 26 de julio, dos días después del accidente, Hughes recordó así en Twitter aquella altísima ocasión:

–Esa noche, con otros tantos especímenes, parecíamos escapados del pelotón en un descenso. Es decir, que Juanan no iba de boquilla.

El cuarto Gallagher.

El cuarto Gallagher.

La segunda vez que le vi fue en el Bernabéu. Guillermo Estévez tuvo el detalle –la puta banda es ante todo ciertos picos de calidad humana– de pagar por adelantado mi entrada para la vuelta de la Supercopa contra el Barça. Luego se lo devolví, eh. Nos íbamos a juntar una tropa de muchísimo cuidado. “Putabandismo is coming”, tuiteaba la víspera Van Palomaain. En la embajada americana supongo que habrían empezado con los cables cautelares al Pentágono desde julio, cuando se fraguó el concilio mourinhista entre prueba y prueba de las Olimpiadas de Londres. Recuerdo los jugosos tuits de Van Palomaain durante las ceremonias de inauguración y de clausura, sus intercambios con Favelas –orgulloso de Mireia I de Badalona– y su emoción estallada cuando salieron los avejentados restos de los Who a tocar Baba O’Riley.

El día de la Supercopa conocí en persona a Jarroson, Manuel Matamoros, Mercutio, Silvita, Inspector, Madrefaque, RockandBolesco… La previa la hicimos primero en la terraza del Círculo de Bellas Artes –vete a saber por qué– y luego en El Refugio, y allí se presentó Juanan, con un brillo etílico y jovial en los ojos, bajo su negra visera de pelo mod:

–Qué pasa, Bustos, macho.

Comentamos la posibilidad de viajar con Sinone ese otoño a ver a Pedro Ampudia a Ibiza para morir los cuatro en el Amnesia, y recuerdo también que calibramos los conocimientos estrictamente futbolísticos de Florentino, tema que Jarro y Matamoros abordaron con entusiasmo descriptible. El partido lo vimos pegados Jarroson, Juanan y yo. Hay una foto. Yo insistí en hacérnosla, porque ni a Jarro ni a Juanan les gustaba la publicidad. Ahora me alegro de haber insistido. Es la foto que tenía en la cabeza en el mismo instante en que Jarroson –serendipia– me escribió la noche del jueves 25, un día después del accidente, estando yo en Cerdeña de vacaciones, metiéndome yo en el wifi del hotel, enterándome yo de la noticia, recibiendo yo una sacudida de incredulidad y dolor, derrumbándome yo delante de mi novia por un momento.

–Vimos un partido abrazados a él, Jorge –me puso Jarro en el Whatsapp, por donde le mandé la foto.

–No sé si subirla.

–Haz lo que te pida el cuerpo. Joder, la veo y lloro.

–Y yo.

La subí. Me lo pedía.

Bustos, Juanan y Jarroson viendo ganar al Madrid.

Bustos, Juanan y Jarroson viendo ganar al Madrid.

Estamos los tres en la foto, yo sacando cuerno putabandista y Juanan en medio, abrazado por ambos. Rugimos con el sombrero de tacón que Cristiano le hizo a Piqué antes de marcar, y nos ciscábamos en Xavi con fruición caníbal. “¡Pepe, en la puta vida te pueden hacer eso, en la puta vida!”, aullaba Juanan a mi derecha si el central luso era superado por Messi. Jarro estaba tan tenso que pasó el final del partido de pie. Pero el leitmotiv de ese partido lo encarnaría para los restos Modric, que había robado el corazón de Juanan. “¡Inventa, Lukita! ¡Mirad cómo inventa Lukita!”, gritaba cuando el croata tocaba el balón con alguna intención ofensiva, por modesta que fuera. Fue un triunfo agridulce:

–Hemos perdido la ocasión perfecta de humillar al puto Barça –nos lamentábamos los tres a la salida.

Juanan vivía en Colmenar, excusa que musitó para hacernos la trece catorce y no unirse al reducto de resistentes –la tarde había comportado mucho desgaste– que pedía una copa en algún garito de la Avenida de Brasil. Recuerdo que me despedí de Jarro en Gran Vía con esa sensación de familiaridad extraña pero certísima que dejan las amistades surgidas en una red virtual y sancionadas por la presencia real.

Al día siguiente debutaba yo en Real Madrid Televisión, y en homenaje a Juanan elogié a “Lukita” y mencioné que había visto el partido en compañía de “madridistas furibundos”, indiscutibles, insobornables.

–Me ha llamado furibundo –tuiteó al término de la tertulia Van Palomaain, que había tenido la paciencia de tragarse mi debut.

Aún hubo una tercera vez en que quedé con él. Fue la última vez que le vi. Quedamos con Meseta y Madrefaque en el Molly Malone’s para ver el Rayo-Madrid, que se suspendió por una sospechosa avería lumínica.

–Qué chachos son. Qué país, macho –sentenciaba nuestro Dick Turpin.

Meseta nos contó historias de la mili mientras Van Palomaain tuiteaba y ponderaba los encantos de diferentes tuiteras. Nos despedimos en los torniquetes del metro, sintiéndonos jodidamente alejados del mundo Txistu. Me ha contado Madrefaque que se planea una quedada en ese templo-bar para tajarnos a su memoria. Ya le he dicho que cuenten conmigo.

Desde que me enteré, no he podido parar de pensar en él. Era de esos tipos con personalidad tan marcada que sus aristas se te clavan en el recuerdo, y no se sueltan. David (en cuya alusión a la necesidad de escribir un libro mourinhista me di por aludido quizá apresuradamente, aunque lo cierto es que hemos hablado de ese proyecto), Manuel, Iñaki han escrito ya de Van Palomaain en sus periódicos. Ampudia le ha dedicado un hermoso obituario. Telemadrid, un breve reportaje personalizado. Fansdelmadrid, un recuerdo muy tribal, muy fansista, de quien fue padre fundador y activista carismático, ilustrado con nuestra foto. Y un trabajador del Real Madrid me pidió datos biográficos para el detalle que el Club deseaba tener con él. (Bien hecho, Florentino.) Pero yo no tengo más datos sobre Juan Antonio Palomino Alfaro, natural de Madrid, 31 años, administrativo, que estas vivencias que dejo aquí anotadas con el alma en un puño y sin vuelo en el verso, con llaneza, porque cuando el sentimiento aprieta, la lírica está de más. Al menos la lírica engolada, pretenciosa, sustitutoria de la experiencia vivida. Ahora, al llegar al final de mi tributo privado, me vienen a la mente como tañidos secos y calientes las estrofas finales de aquel poema de José Hierro titulado Réquiem:

Él no ha caído así. No ha muerto
por ninguna locura hermosa.
(Hace mucho que el español
muere de anónimo y cordura,
o en locuras desgarradoras
entre hermanos: cuando acuchilla
pellejos de vino derrama
sangre fraterna). Vino un día
porque su tierra es pobre. El mundo
Libérame Dómine es patria.
Y ha muerto. No fundó ciudades.
No dio su nombre a un mar. No hizo
más que morir por diecisiete
dólares (él los pensaría
en pesetas) Réquiem aetérnam.
Y en D’Agostino lo visitan
los polacos, los irlandeses,
los españoles, los que mueren
en el week-end.

Réquiem aetérnam.
Definitivamente todo
ha terminado. Su cadáver
está tendido en D’Agostino
Funeral Home. Haskell. New Jersey.
Se dirá una misa cantada
por su alma.

Me he limitado
a reflejar aquí una esquela
de un periódico de New York.
Objetivamente. Sin vuelo
en el verso. Objetivamente.
Un español como millones
de españoles. No he dicho a nadie
que estuve a punto de llorar.

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Los últimos mourinhistas de Filipinas

«Cuando la porquería se desparrama algunos corren y otros se quedan. Aquí está Charlie, afrontando el fuego, y ahí está George escondiéndose en el bolsillo de papaíto. ¿Y qué hacen ustedes? Van a recompensar a George y a destruir a Charlie». Así aullaba el teniente ciego Frank Slade por medio de Al Pacino en el memorable discurso que cierra Esencia de mujer, evangelio personal que revisito en mis momentos bajos. Quien pasa por un momento definitivamente bajo es el mourinhismo, cautivo y desarmado José Mourinho por el periodismo deportivo, el vedetismo de vestuario y el piperío sociológico.

Cuando la mierda rebosa algunos se quedan. Si hay un precio, habrá de pagarse. Porque Mourinho nos ha desgastado a todos -a Mourinho el primero- en la épica tarea de la afloración de quistes malignos bajo la piel endurecida y avejentada del madridismo. Cansados pero lúcidos comparecen hoy en la prensa, señalándose la espalda para que no haya dudas en la hora más ingrata, Ignacio Ruiz Quintano, Manuel Jabois y Federico Jiménez Losantos y algunos otros resistentes entre los que, permítanme la autocita, me incluyo. Más Hughes, que sintetizó en ABC el sábado la causa de la expulsión de Mourinho de España: «No ha comprendido tres castas que ni en la India: el canterano, el periodista y el árbitro».

No es mala compañía para ir a la hoguera.

Al Pacino y José Mourinho. Tal para cual.

Al Pacino y José Mourinho. Tal para cual.

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