
Sin ánimo de declarar cruzada alguna, y sin necesidad de coincidir con Federico en que todos los periodistas sean yihadistas -como mucho la mitad-, confieso que me admira el desparpajo con que la brocha mediática ante el crimen machista es sustituida por el fino pincel ante el crimen islamista. Pero ya se sabe que la actualidad es un lienzo infinito sobre el que cada cual proyecta su sesgo ideológico. De ahí que quienes apresuren el diagnóstico identitario en el caso de una mujer asesinada «por el hecho de ser mujer» prefieran acudir a la sociología o a la salud mental del autor («es pobre», «está desequilibrado») antes que afirmar que un sacristán ha sido asesinado por el hecho de ser cristiano. Por si faltaran pistas, los ataques ocurrieron en dos parroquias, un cura y tres feligreses también han resultado heridos y el asesino era fan del Daesh en Facebook. Igual no hace falta llamar a Sherlock Holmes.