
Los que nunca secundamos los juegos de manos de Iván Redondo tenemos el derecho a compadecerlo que no asiste a su descabezado séquito. Esa corte de políticos, empresarios y periodistas es corresponsable de su ruina, pero roto el hechizo del poder los cortesanos corren a borrar su número y a sustituirlo por el de Félix Bolaños. A rey muerto, rey puesto. Así funciona esto desde los godos, que dicen que ya no se estudian, y donde no hay memoria todo es novedad.