
Sostiene Nadia Calviño que «no es productivo dedicarse a calificar o poner una etiqueta a las cosas». No solo en el tema cubano sino «en general». Que «no aporta valor añadido estar discutiendo etiquetas». Y que debemos centrarnos en la sustancia: apoyar al pueblo cubano. Uno, que no es nadie ni tampoco Nadia, diría que la primerísima muestra de apoyo que demanda el pueblo cubano del Gobierno español es que llame dictadura a lo que les pasa, porque la solución a los problemas empieza por su correcto diagnóstico. Y uno diría que vivir en una democracia deliberativa implica discutir y fijar el nombre de las cosas, facultad que se les niega a los cubanos, porque el comunismo se conduce con la opinión pública como el califa Omar con la Biblioteca de Alejandría: si no contiene el Corán hay que quemarla por blasfema y si lo contiene por redundante. Avergüenza, por lo demás, que Calviño reduzca a un debate sobre «valor añadido» la descripción del entramado criminal que desnutre, apalea, secuestra, tortura y silencia a los cubanos a diario desde hace seis décadas.