
Todo apunta a que dejará Moncloa sin haber rozado la talla institucional que se exige al alcalde de una pedanía. Tras ensayar sin mucha convicción los sucesivos argumentos de la justicia como venganza y del egoísmo como magnanimidad, el nuevo truco de Pedro I el Autoindultado para justificar lo injustificable inaugura un entrañable retorno al clasicismo: la culpa es del PP. Porque a Rajoy le montaron dos referéndums y a él ninguno. «Y para evitar cabos sueltos, el tercero se lo estoy organizando yo», le faltó añadir.