
Nos contaron que la izquierda era la orilla del idealismo y la derecha el abrevadero del materialismo, pero España 2021 solo es un paraíso para pícaros de izquierdas y para ascetas de derechas. En nuestra opinión pública calcificada rige aún aquel tópico escolar por el que el españolito se hacía de izquierdas por la conciencia de clase y la justicia social -valga el oxímoron-, mientras que el derechista aspiraba a pagar pocos impuestos y a retener el poder para blindar sus privilegios. Hoy, cualquier observador que haya decidido limpiarse la cal de la sesera descubrirá una izquierda establecida consagrada a la rapiña del Estado por el tiempo que le dejen y una derecha emergente volcada sobre batallitas simbólicas mientras toda expectativa de poder real se le escurre entre las manos.