
Aunque me pagan por dar mi opinión, hoy debo darles a ustedes una información. Estoy en disposición de informarles de que el Gobierno es una pesadilla y de que la oposición es un desastre. No se trata de un juicio caliente sino de una gélida constatación. Esta clase de generalizaciones antipolíticas a menudo emboscan la cobardía o la pereza mental del opinador, pero ya no le quedan a uno fuerzas para ponerse a escrutar santas excepciones a la causa general. Solo se me ocurre un nombre que no ha decepcionado a nadie que se hubiese parado a analizar con honestidad su origen, su método y su mensaje: Pablo Iglesias.