
En una inolvidable clase de anatomía del bachillerato nos explicaron que la función del escroto es mantener la temperatura de los testículos al nivel idóneo para que se produzcan, conserven y maduren adecuadamente los espermatozoides. Nunca se me ha olvidado el nombre del músculo que tracciona el saco escrotal desde el pliegue de la ingle para acercarlo al abdomen y mantener el calor propicio al esperma cuando hace demasiado frío: cremáster. Debemos la supervivencia de la especie a ese músculo atento, solícito, sensible a la mínima variación en el ambiente para obrar en consecuencia.