
En razón del puesto recibo decenas de artículos diarios que me permiten pulsar un cierto estado de ánimo nacional, uno más hondo y articulado que el que circula por la superficie de las redes. Por eso sé que se ha desatado una atribulada grafomanía entre juristas, filósofos, economistas, historiadores y académicos varios que vienen coincidiendo, al margen de sus impares biografías, en un mismo lamento noventayochista. Formulada con mayor sutileza, la idea dominante es que nos vamos todos al carajo. La pandemia no solo se lleva la vida y la bolsa de los españoles: acelera el desplome de su arquitectura institucional. El régimen llamado del 78, que alumbró las décadas más apacibles de nuestra historia, da paso a otra cosa que sobre la marcha de su supervivencia va diseñando el sanchismo con esa mezcla suya de brutalidad y disimulo.