
Enterradores.
El personal se escandaliza de que Sánchez haya colocado a Delgado de fiscal general cuando el personal, si acaso, debería estar celebrando que aún no haya nombrado vicepresidenta a su mujer. Es Sánchez, por el amor de Dios. Está elaborado con el mismo material psíquico del que están hechos los autócratas. Si no lo es ya, se debe únicamente a que todavía vive y trabaja en una democracia europea, que opone ciertos límites institucionales a su voluntad de poder; ese instinto le dice claramente que si quiere durar debe desactivar la defensa judicial del Estado frente al independentismo, su aliado parlamentario. De modo que lo hace. Y si un día tiene que abrir el debate sobre monarquía o república para terminar de amordazar al Rey, lo hará también. Es Sánchez. No le habléis de separación de poderes o derecho a la información. Habladle de poder, de premios o de castigos. El único idioma que entiende.