
Escrib
Tomás Guitarte es un señor de Teruel que en noviembre no pudo votar a su propio partido porque estaba empadronado en Valencia, donde hay más trabajo que en la España vacía, dónde va a parar. A quienes le reprochan la incoherencia de hacer política con un discurso refutado clamorosamente por su misma biografía, con mucho arte les responde Guitarte que él es un «nómada». El hallazgo merecería un paper de algún consorcio de politólogos que le ponga nombre académico-pompier a la jeta de granito. Así, un activista anticasta que acaba en un chalé con piscina y servicio no sería un farsante sino un nómada de la desigualdad, tal como un luchador contra la despoblación que vive y prospera en la tercera metrópoli del Estado no es más que un nómada del ruralismo.