
La sonrisa del destino.
He comprendido por qué al Parlamento andaluz, soberbio edificio, lo llaman Hospital de las Cinco Llagas. Cuenten ustedes: PSOE, PP, Cs, Adelante Andalucía y Vox. El pentapartidismo se estrena en la comunidad más poblada como anticipo de la fragmentación nacional por la que se desangra el orden bipartidista. Pongamos el dedo en cada llaga, de menor a mayor, para palpar como el incrédulo Tomás el alcance de nuestra esperanza en una incierta resurrección de la estabilidad política.
Vox es una herida nueva que, al decir de su portavoz Serrano, sangra por culpa de una «dictadura ideológica intrusiva y totalitaria» que, para abreviar, podemos llamar progresismo. El juez voxero se estrenó con un previsible discurso desacomplejado, que es lo mismo que decir contradictorio. Defiende la sana rivalidad antes de cargar contra los «fascistas disfrazados de demócratas». Proclama su respeto al amor LGTBI para luego reivindicar el derecho del niño a tener papá y mamá. Exige una educación unitaria en todo el Estado cuando su programa postula un PIN parental que permitiría a los padres separatistas sacar a sus hijos de las clases de castellano. Niega el origen cultural de la violencia machista pero reclama que la prensa titule con la nacionalidad extranjera de los maltratadores, lo que delata una sólida fe en la violencia estructural contra la mujer… siempre que el culpable sea estructuralmente moro o rumano. Y afirma representar al pueblo modesto pero propone un libertarismo fiscal que beneficia primeramente a las mismas oligarquías contra las que erige su llameante populismo. Son, creo yo, gajes propios de la bisoñez o el fervor que se irán puliendo al contacto con la realidad, aunque igual me paso de optimista.