Archivo de la etiqueta: eterno femenino

Universidades y prostíbulos

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Teas ardientes.

-Hay una gran diferencia entre querer abolir la prostitución y querer abolir los debates sobre prostitución. Negar disensos y silenciar a las prostitutas recuerda a lo peor de la cultura dogmática contra la que el feminismo tiene que ser una alternativa.

Así habló Clara Serra, de Más Madrid. Y supimos que un verdadero espíritu liberal se había apoderado de ella. Los propios la machacaron y los ajenos la ridiculizaron, unidos ambos polos en una sola pinza moralista. Aquel día probó Serra la hispánica soledad del liberalismo, que desprecia por igual la sagrada tradición del azul y la ortodoxa ideología del rojo. El liberal a menudo estará solo, pero es el precio que debe pagar por rebelarse contra la autoridad del ayer y contra la utopía del mañana. Ser liberal es también defenderte de quienes se empeñan en salvarte del pecado consentido.

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14 septiembre, 2019 · 14:45

En nombre de Laura Luelmo

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Instagram.

Era previsible que nuestros diputados se volcaran sobre el cadáver aún tibio de Laura Luelmo para velarlo mejor que el adversario en el mejor de los casos; para lanzárselo en el más infame y tentador. Vosotros queréis quitar la permanente revisable. Vosotros queréis pactar con los enemigos del feminismo. En algún recodo del final del siglo XX perdimos la capacidad de culpar a los asesinos de los asesinatos; fue en el mismo instante en que descubrimos que el daño que la vida les hace a los demás es un valioso combustible político, y que no pensábamos renunciar a llenar nuestro tanque con la indignación que sigue al sufrimiento convenientemente segmentado, manufacturado, etiquetado con arduas etiologías estructurales y servido para consumo del elector. No se priva ni Dios de esta impudicia.

Las horas posteriores al asesinato de Luelmo han vuelto a demostrar que hoy no hay nada más poderoso que el cuerpo muerto o vivo de una mujer. Digo hoy, pero Helena de Troya ya justificó una guerra, que no es más que la continuación de la política por otros medios, así que no parece que la politización de la mujer haya tenido principio ni vaya a tener final. Ante una chica asesinada habría que permanecer unos días mudo, sumido en un horror respetuoso, o bien componer una tragedia griega, o al menos leerla; pero las recias costumbres antiguas ya fueron derogadas. Ahora todo cristo corre a explotar la crucifixión de otro. De otra. Todos pontifican en su nombre.

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19 diciembre, 2018 · 14:37

Disidentes de género

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Feminismos.

Esta semana hemos aprendido que el feminismo no divide el mundo entre machistas y víctimas, sino entre americanas y francesas. O entre militantes de una causa minuciosamente codificada y disidentes que reciben de las primeras una clase de rencor solo reservada a agentes contrarrevolucionarios. Y efectivamente, a la espera de que las máquinas tomen conciencia de sí mismas, el feminismo constituye la última revolución de Occidente.

El capitalismo se reinventa segundos después de que cada crisis engendre al enésimo profeta de su final. Pero también el marxismo resucita cíclicamente parasitando el márketing político, la preceptiva literaria o la mismísima teología (de la liberación). Hoy se ha alojado en el feminismo que, como toda revolución moderna, parte del dogma fundacional de Marx: «No es la conciencia la que determina el ser, sino el ser social el que determina la conciencia». Es decir: ninguna ciudadana nace libre, porque nace mujer, y su primer deber es emanciparse del patriarcado como el primer deber del proletariado es sacudirse el yugo del capital. Al negar toda potencia espiritual -el revolucionario niega que la idea de un genio pueda cambiar el mundo… salvo la suya-, Marx redujo drásticamente el margen de interpretación de la conducta humana. Todos los burgueses piensan como piensan por ser burgueses, y todos los machos piensan como piensan por ser machos. Ayer ningún obrero escapaba a su clase y hoy ninguna mujer escapa a su género.

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El bueno (UME), el feo (Pedro Sánchez) y el malo (Pablo Iglesias) en La Linterna

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13 enero, 2018 · 12:53

Machirulos: tolerancia cero

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Meritocracia.

Queda mucho por hacer en materia de igualdad. El feminismo está en pañales, y más en un país como el nuestro, dominado por el oscurantismo y la superstición durante siglos. Contra el machismo sólo cabe una actitud, que nos compete a todas y a todos: tolerancia cero. Puede que cada vez se dediquen más recursos públicos y privados a financiar observatorios, campañas de concienciación y hasta fiscalías especializadas. Pero no es suficiente. No hay más que ver las estadísticas de crímenes por violencia de género, consecuencia directa de la superestructura patriarcal que culmina en el asesinato. Es cierto que naciones culturalmente más progresistas como Dinamarca o Suecia o Finlandia -cuyo sistema educativo, por otra parte, ha de ponerse como ejemplo- presentan cifras de criminalidad machista proporcionalmente superiores a las de España. Pero hay que empezar por nuestro país, donde por mucho que hayan crecido en la última década las partidas presupuestarias destinadas a combatir el terror macho, el número anual de atentados se mantiene constante.

Porque ya es hora de que los llamemos por su nombre: atentados terroristas. Fue Pedro Sánchez, cuyo compromiso con la mujer nunca admitió dudas, quien propuso despedir a cada nueva víctima con funerales de Estado. Porque toda víctima muere por ser mujer, independientemente del estado psicológico de su agresor o las peculiaridades de cada caso. Ojalá todas las fuerzas políticas alcancen un pacto de Estado transversal contra la violencia de género que desatasque de una vez el caudal de dinero público que tanto le cuesta aflojar a la derecha cuando hablamos de igualdad.

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17 febrero, 2017 · 10:48

La mirada griega

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Hacia una desnudez sin moralismo.

Ya presentíamos que las deportistas traerían problemas a los ojos birojos de la devoción feminista como del fervor coránico. La pinza definitiva para colgar los tangas del tendedero del infierno o de la incorrección, valga la redundancia. Podemos mirar a una jugadora de voley playa en bikini como una provocación, como hacen los de la pinza, o descubrir el fruto de una exótica elección cultural si va en hiyab, como hace la simplonería multiculti. Los griegos, ya que hablamos de olimpiadas, resolvieron esto en una misma mirada admirativa hacia la atlética desnudez de mujer y hombre. O es que los jugadores de voley playa no resultan igualmente estimulantes a las retinas golosas del cuerpo masculino. En la mirada del que sobreprotege a la mujer hay un machismo inconfesado casi tan culpable como en la del primate manifiesto.

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12 agosto, 2016 · 20:42

Marx y las rebajas

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La pulsión que nos salva del comunismo.

Cada campaña de rebajas prueba que la revolución anticapitalista no se puede hacer a la vez que la revolución feminista. O la una o la otra: hay que elegir. Ningún partido de izquierdas seducirá masivamente a las votantes predicando contra la austeridad exterior al tiempo que ansía imponerla en el interior. No sería descabellado afirmar que el Muro lo echó abajo el mismo impulso que convoca de amanecida a barricadas de fieras señoras a las puertas de El Corte Inglés.

-Qué machista es usted. ¡Como si los hombres no se entregaran a caprichos, y más caros!

Cierto. La diferencia la formuló Lemmy, difunto líder de Motörhead, cuando descubrió que las mujeres quieren lo mismo que los hombres… solo que durante más tiempo. En efecto, los varones de la especie a menudo se muestran volubles en su deseo, delatan una peligrosa tendencia al ideal colectivista y se embrutecen en general con menor conciencia y mayor resignación. La mujer, en cambio, ser antirromántico por excelencia según Pla, está naturalmente dotada para el individualismo y la selección, odia la uniformidad y ama distinguirse, que es el primer efecto de la elegancia. Tengo observado que, cuando el look de una mujer causa sensación, la protagonista se resiste a revelar dónde adquirió su flamante vestido, pues trata de evitar que otras la imiten. Lo cual prueba que una mujer no aspira jamás a vestirse para atraer a un hombre, sino para matar de envidia al resto de mujeres.

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Me entrevista Carmen Carbonell en esRadio por «El hígado de Prometeo»

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4 julio, 2016 · 11:50

Adopta (a) un tío

La lonja.

La lonja.

Compruebo con melancolía que esta campaña, «Adopta un tío», no suscita la más tímida queja entre los claudicantes miembros de mi sexo, antaño el fuerte. No será por la ambigüedad del mensaje: se trata de poner chulazos a disposición on line del furor uterino, que tiene sus urgencias como el mar sus símbolos. El eslogan que da nombre al lúbrico portal resulta tan sofisticado como un neón de carretera; hay champús más condescendientes con la espiritualidad femenina. Así que las causas de esta omertá camuflada de liberal tolerancia hay que buscarlas en el miedo, como siempre.

¿Deja el lenguaje de ser sexista si atenta contra el varón? Aquí operan un tabú consciente y una capitulación inconsciente: el primero, claro, lo vigila el feminismo más o menos histérico, que pone gritos automáticos en el cielo de la igualdad a partir de un número dado de azafatas o de centímetros de escote; la segunda presupone que siglos de patriarcado merecen no reparación sino revancha simétrica: una completa inversión de la ofensa histórica que el macho debe aceptar como expiación. Ambos factores, el tabú de unas y la capitulación de otros, confluyen naturalmente en la autocensura, de modo que nos situamos ante el género como el viñetista ante Mahoma.

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Aprovecha esta columna Arcadi Espada para darme en su blog la bienvenida al periódico. Algunos lectores me dicen que menuda hospitalidad, recibir corrigiendo; pero si conozco algo a nuestro Espada, sospecho que no hay para él forma más elevada de deferencia que la crítica. Sabido es que entre articulistas solo rigen dos formas de desprecio: la olímpica indiferencia o el elogio envenenado. Así que retuiteé su adenda agradecido, más cuando, revisada la norma gramatical, compruebo que el eslogan «adopta un tío» es frase correcta sin preposición, por cuanto elige tomar al complemento directo en especie y no en su condición de persona humana, con todos sus derechos; pero esta misma elección comporta una decisión (in)moral en cuyo señalamiento coincide Arcadi. Por eso, no puedo aceptar este sintagma suyo, «incluso sin saberlo», que me atribuye una ignorancia que por una vez no me es propia, pues sé -y así se desprendía de mi columna- perfectamente lo que pretenden «estas tipas» con las que nos jugamos nuestra maltrecha dignidad viril.

Sigue con salud,
J.

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Llamadme Loretta

Stan-Loretta, del Frente Popular de Judea.

Stan-Loretta, del Frente Popular de Judea.

–Voy a escribir sobre feminismo.
–Bueno, voy recogiendo tus cosas.

Este es el diálogo normal en Occidente entre un columnista y su editor, a menos que el columnista sea Sostres. Si un columnista al uso decide escribir sobre feminismo, primero llama a sus padres, se despide también de su novia y baja al chino y al contenedor de la obra a aprovisionarse de cerveza y sacos terreros, si bien también podría aprovisionarse de sacos terreros en el chino y de cerveza en la obra.

El feminismo meramente discursivo es tan exitoso que apenas ha dejado sensibilidad sin colonizar. Es posible que el feminismo profesado y la mujer real mezclen como el agua y el aceite, pero eso es lo de menos. Lo que vengo a decir es que afortunadamente pertenezco a la raza de los hombres que sí amaban a las mujeres, pero también a la de los que aborrecen los salvoconductos bobos de la corrección política. Hoy basta con proclamar una condena cómoda de León de la Riva para ganar un debate y la proporción de mujeres que critican los cargos por cuota es mínima o inaudible. Yo pienso que León de la Riva, como el comunista Diego Valderas y su predilección por las tetas gordas, pertenecen a una fase anticuada –y peor– de la vida pública española, y su cuñadismo declarativo es desde luego intolerable. Ambos son votados por un buen número de mujeres que reputan veniales sus exabruptos; otras urnas cantarían si su política derivara del rincón freudiano de su mente, espero. Por otro lado, que levante la mano el o la que puede presentar una inmaculada hoja de servicios antisexistas, e incluyo las despedidas de soltero/a. La hipocresía pública en este asunto es colosalmente proporcional a su delicadeza íntima.

El machismo es una de las primeras taras que desaparecen cuando el macho lee, viaja un poco y liga algo con mujeres interesantes. Supongo que al sexo opuesto le ocurrirá lo mismo; sospecho, asimismo, que los amores homosexuales no están exentos de prejuicios sexistas matizables (¡o empeorables!) por la experiencia. En cualquier caso, yo agradezco al cielo la gracia machadiana de amar cuanto ellas puedan tener de hospitalario. El machista, por los que he conocido, suele ser un tipo que o bien nunca les ha resultado atractivo a las mujeres o bien se lo ha resultado demasiado, tipo tronista de Gandía o prohombre de la política o la empresa. El éxito inmuniza tanto como el fracaso: la idea es tan poco original que está en Kipling.

Subsisten desigualdades salariales que no son correlativas al grado de eficiencia acreditado por la trabajadora, y hay que decirlo. Me asquea el machismo no ya en el crimen, sino en el piropo inelegante a la compañera de trabajo aún por conocer. El respeto es una conquista de la inteligencia y de eso nuestro país nunca fue sobrado, aunque peores son los italianos, a los que durante tanto tiempo ha gobernado don Silvio.

Dicho lo cual –no me cabe una venda más antes de la herida–, quizá la pedagogía feminista está llegando demasiado lejos.

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