
La mutación de superioridad que experimenta el Real Madrid en Champions es de tal magnitud que incluso se permite la clemencia. El Chelsea salió indultado del Bernabéu pese a la derrota, porque el marcador pudo ser humillante. Volvió a alinear Carletto a su tercio viejo de campeadores y casi todos le respondieron. Pero cuando Modric está lento lo suple el imperio físico de Valverde, y cuando Camavinga zozobra resurge el mejor Carvajal. Courtois, por su parte, se limita a pararlo todo serenamente.