
Pegaso era el caballo de Zeus, que no tenía presupuesto para el Falcon. Montado sobre él Belerofonte derrotó a la Quimera, hidra de tantas cabezas como el nacionalismo catalán, cuya quimérica república nunca deja de brotar de los cuellos cortados por la espada de la Justicia. En este juego de cínicos sin épica, el CNI de Sánchez espía a sus socios por su acreditada tendencia al delito contra el Estado, estos se tiran al suelo para ejecutar la suerte de la croqueta rebozándose en victimismo teatrero, Sánchez se arrodilla ante ellos y tira del pelo de Batet para que se arrodille también y el público asiste atónito al tinglado infame de la continua farsa.