
Si ayer nos ocupamos de la célebre torpeza del PP, hoy nos ocuparemos de la legendaria habilidad de Sánchez, que encarrila los presupuestos mediante el eficaz procedimiento del soborno a los guardagujas vascos y catalanes apostados en la vía. Un exagerado número de comentaristas llama hábil a quien compra con nuestro dinero la voluntad de los salteadores de caminos, canales y puertos del Estado, del cual no van quedando en Cataluña y País Vasco ni la lengua ni los símbolos ni la ciudadanía. Otros ya hacen cola en la ventanilla sanchista, donde se trafica con la divisa de la deslealtad constitucional, canjeando voto por mordida, solidaridad con el PSOE a cambio de insolidaridad con España.