Messi no puedo tener mejor final

A punto han estado de convertir a Messi en otra Biles. No, hombre, no. Primero porque Biles no lloró como Messi. Y después porque los hipos de Messi en su despedida eran accidentales, puramente fisiológicos, aderezo sentimental que oculta una decisión firme tomada por una mente inquebrantable. Un cerebro que en la cancha y en el despacho sabe considerar en frío, imparcialmente. Y esta es la gran lección que Messi ha dado a los culés: que las emociones identitarias son chatarra. Que un club no es más que un club, pero un jugador como él es mucho más que cualquier otro. Que cuando la ruina entra por la puerta, el amor sale por la ventana, caminito de París.

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11 agosto, 2021 · 15:20

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