
Los mecánicos del Taller de Nuevas Masculinidades abierto por Ada Colau queremos reivindicar nuestra labor. Nos dieron trato de chiringuito montado para repartir nóminas entre activistas sin oportunidades en el mercado laboral, pero meses después nadie discute nuestra utilidad pública. Esta semana hemos recepcionado tres modelos con distintos grados de obsolescencia.
Manolo vino el lunes. Desafiante, orgulloso de su primitivismo, se declaró votante de Vox, pero durante la inspección técnica constatamos que no odiaba tanto a la izquierda como a lo que llama «derechita cobarde». No le duelen los ataques del Gobierno sino las abstenciones del PP. La falta de reconocimiento le atormenta. Con esta clase de paciente se recomienda posponer la emasculación hasta que la terapia de cariño reputacional esté bien avanzada. Le hemos comprado unos miles de seguidores en redes y ayer ya miraba a nuestra alcaldesa con otros ojos.