
Cada tarde Fernando recoge los cartones del Mercadona en los que parece pernoctar y da una rueda de prensa sobre lasituación de la pandemia. A Fernando le gusta el mar, pero no puede escaparse a visitarlo tanto como quisiera y tiene que conformarse con surfear olas víricas; hasta la fecha ha cogido tres. También le gusta la montaña, pero los únicos picos que escala ahora son los de la curva epidemiológica. A pesar de la experiencia alpina acumulada en el último año, todavía no ha aprendido a distinguir los momentos en los que el terreno sube o baja, así que cuando pronostica una estabilización todos corremos al supermercado. Pero es que acertar no es su trabajo: él sale y comenta, pararrayos ceniciento a fuerza de concentrar en sí la cólera que merece quien ha decidido que siga saliendo y comentando.
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